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Traición y Furia: La Historia de Una Mujer Abandonada

¡Muerde El Anzuelo!

“Solo quiero seguir adelante con mi vida,” dijo Elara, con una calma tan creíble que Caden se sintió aliviado. Pensó que finalmente la tenía bajo control. “Así es mejor para los dos,” agregó ella, ocultando tras la sonrisa un veneno silencioso. Cada gesto, cada palabra, estaba fríamente calculada.

Mientras él bajaba la guardia, Elara afilaba el cuchillo de su venganza. Caden creyó que todo terminaría en buenos términos, sin drama. Elara lo observaba, sintiendo que la trampa se cerraba. “Caíste”, pensó. La dulzura era su camuflaje, la serenidad su arma. Y mientras él celebraba, ella preparaba su esperada jugada final.

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