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Traición y Furia: La Historia de Una Mujer Abandonada

Las Dudas de Caden

Desde su ventana, Elara observó el auto de Caden alejarse por la calle húmeda. Exhaló lentamente, sintiendo una calma poderosa. “Está funcionando,” pensó. Verlo tambalear, inseguro, le confirmó que su plan avanzaba tal como quería.

Caden no era el mismo que semanas atrás: ya no tenía respuestas rápidas ni certezas firmes. Las grietas en su convicción eran visibles, y Elara lo sabía. Al cerrar la cortina, sintió por primera vez que su futuro no dependía de nadie más. Solo de ella. Mientras tanto, Caden conducía en silencio, reviviendo cada palabra, cada gesto, sintiendo que la verdad se le escurría entre los dedos.

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